Cuatro pasos para
enseñar a los hijos a ser obedientes
El
presente artículo indica cuatro sugerencias sobre cómo enseñar la importancia
de la obediencia a los hijos para que puedan tomar decisiones correctas y ser
buenos agentes de su propia vida. ·
Vivimos en un mundo donde los valores morales están
desapareciendo; donde es muy fácil para los hijos ser engañados por la
tendencia de que desobedecer a los padres “está de moda”. Muchos padres se
preguntan cómo pueden enseñar a los hijos las ventajas de la obediencia, así
como el reconocer que la desobediencia siempre traerá desventajas. Por regla
general se sabe que la obediencia trae como consecuencia la felicidad y la paz
absolutas, mientras que la desobediencia acarrea dudas, temor y falta de
confianza en las personas. Cuanto antes podamos enseñar este principio a los
hijos, mayores serán las recompensas que ellos lograrán en sus vidas. A
continuación se detallan cuatro principios morales que en calidad de padres necesitamos
enseñar a nuestros hijos, a fin de que ellos puedan decidir prudentemente cuál
es el mejor camino a escoger:
·
Evitar tomar atajos
la mayoría de las
personas desobedientes siempre llegan antes porque toman los atajos, conocen
mil rutas alternas, no aceptan reglas o simplemente las ignoran y al final se
presentan con cara de triunfo: se creen mejores porque lo reciben todo sin
esfuerzo alguno; porque realizan cosas que de alguna manera los hace
superiores, populares, les da éxito y van adelante. Tenemos que enseñarles a
nuestros hijos a ver un patrón en esos casos: por lo general lo que fácil
viene, fácil se va. No es tan complicado el buscar ejemplos a nuestro alrededor
en donde alguien es obediente y, a diferencia de los anteriores, está dispuesto
a aceptar los desafíos, es enseñable y entiende que todo requiere paciencia
antes de rendir resultados. Hay que enseñar a nuestros hijos a esforzarse por
seguir la vía que les llevará a lograr las cosas honestamente y con sinceridad.
·
Buscar la sabiduría
para las personas
obedientes no hay salteo de reglas, un solo camino se avista de lejos y el
camino recto los mantiene firmes. Además, respetan la experiencia de aquellos
que fueron antes que ellos y obedecieron y hubo consecuencias y privilegios. Se
complacen, además, en seguir los buenos ejemplos.
·
Tomar decisiones propias
la mayoría de las
personas populares corren donde están las multitudes, y por ellas miden sus
decisiones. Hacen lo que todos hacen, pero con el tiempo se dan cuenta cuántas
equivocaciones, desilusiones y extravío fueron las consecuencias de haber
hilvanado la desobediencia a lo largo de sus vidas, pero lo que más les pesa es
que otros decidieron por ellos cuando les seguían. Las personas obedientes, en
cambio, toman decisiones propias aunque sean los únicos que están haciendo lo
que es correcto y sean objeto de burla o de criticismo.
·
Hacer lo correcto especialmente cuando nadie está mirando
el camino del
obediente siempre está más claro, siempre despejado, dando más ensanchamiento a
pasos prudentes y seguros. En este camino casi no anda nadie, la vía está
firme, allí amanece, brilla el mediodía y cuando el atardecer refleja su luz
para que marchemos, y demos paso a la noche calma y un nuevo amanecer con
esperanza. El hacer lo que es recto también incluye hacer el bien aún cuando
nadie está viendo nuestras acciones.
Cuando los hijos
entienden que no hay dos caminos, sino sólo uno que les conduzca a lo bueno y
al verdadero éxito, y que el otro no es sino un espejismo, los padres tienen
mayor oportunidad de guiarles para que puedan elegir las decisiones que les
conduce a una vida completa. Una vida en donde siempre se da más de lo que se
recibe, pero lo que se recibe siempre llega a ser suficiente.