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lunes, 28 de noviembre de 2016
Superar un aborto


La pérdida de un embarazo es algo repentino, incomprensible y generalmente imposible de evitar. Pero saberlo no suele servir de consuelo a los futuros padres, que viven el duelo con mucho dolor. Comprender lo que les ocurre puede ayudar a reorganizar sus sentimientos.

Multitud de mujeres pasan por esta dolorosa experiencia durante su etapa fértil. Hasta un 15 por ciento de los embarazos confirmados terminan en aborto antes de que finalice el primer trimestre. A estos, habría que sumar un tanto por ciento muy elevado de casos que no se cuantifican porque se confunden con reglas muy abundantes. Hasta un 70 por ciento de los abortos se deben a anomalías cromosómicas del embrión.

Sin embargo, esas razones tan contundentes servirán de consuelo en muy pocos casos. Los futuros padres esperan con ilusión al que ya sienten como su hijo. Ya estaban pensando nombres y puede que hasta le hayan comprado ropa a su bebé. De repente, la alegría se convierte en dolor.

Cómo lo vive el hombre

Cada miembro de la pareja vive el aborto de manera diferente. La mujer puede pensar que su pareja no parece muy afectada por lo sucedido, pero no es así:

Culturalmente los hombres tienen otra forma de encarar sus emociones.
Ellos tienden a racionalizar lo que ha pasado, a informarse de por qué pudo pasar.
Su vinculación con el futuro bebé era mucho más indirecta que la de la madre, él apenas había visto alguna ecografía y unos kilitos de más.
Muchos hombres ven a su mujer hundida y sufren pensando que quizá no se recupere jamás. Por eso sienten que deben mantener el tipo para sostener emocionalmente a su pareja.
¿Y la madre?
En el caso de la mujer, el dolor se ve multiplicado. No sólo por las secuelas físicas, sino también por el tradicional sentimiento de culpa que las acompaña en su vida sentimental y reproductiva.

Es el primer aprendizaje para una futura madre. Se ha cuidado como es debido, ha seguido las indicaciones de su matrona, no ha corrido riesgos innecesarios y sufre un aborto.¿Por qué culparse? Solo servirá para aumentar la angustia y para dificultar una futura nueva gestación.

Consecuencias físicas

A la mayoría de las mujeres se les somete a un legrado después del aborto. En algunos casos el ginecólogo no lo recomienda; prefiere dejar actuar al cuerpo, y que este elimine todos los restos por sí solo. En estos casos, conviene hacer un posterior examen ecográfico para verificar que el útero ha quedado limpio. En ambos, el doctor indicará a la mujer el tiempo que debe esperar para intentar un nuevo embarazo. Hay que recordar que el obstetra nos habla como experto médico, e indica cuándo estará el útero en condiciones de albergar un nuevo embarazo. Pero es la pareja quien tiene que decidir cuándo está preparada emocionalmente para ello.

¿Cuándo volver a intentarlo?

No existe un tiempo ideal estipulado. Lo importante es que la pareja elabore su duelo.

No se debe afrontar un nuevo embarazo hasta que no se tenga la seguridad de que no se está intentando sacar un clavo con otro. Ese nuevo hijo merecerá que vivamos su embarazo y su nacimiento de forma plena y feliz, no atenazados por la angustia de que pueda sucedernos otra vez.

La psicoterapeuta Laura Gutman recomienda hablar de pérdida de un embarazo y no de pérdida de un hijo para minimizar el dolor. Y es verdad que cuando hablamos de abortos tempranos, la mayoría de las mujeres sienten la pérdida de una posibilidad de ser madres, y no tanto la pérdida de un bebé. Por ello, se sienten preparadas para un nuevo embarazo mucho antes que cuando el aborto se produce más allá de las primeras semanas de gestación.

Sea cual sea la decisión que se tome, intentarlo enseguida o esperar un tiempo, es importante ser realista. Como la mayoría de los abortos se deben a defectos genéticos, es probable que tengamos que enfrentarnos a un problema recurrente. Si ya se ha pasado por este dolor varias veces, hay que preguntarse: ¿podría volver a soportarlo? Si la respuesta es no, mejor esperar.

Las fases del duelo

Comprender que el duelo es un proceso puede ayudar a poner en orden los sentimientos. No hay dos procesos de duelo iguales, pero sí existen unas fases por las que casi todas las personas pasan. No necesariamente se dan por orden, en ocasiones se superponen o se vuelve atrás:

Negación-Incredulidad. Es posible que un golpe de esta magnitud provoque una cierta sensación de distancia con lo sucedido, como si no nos hubiera pasado a nosotros. Comparándolo con una herida física, es como estar «en caliente», nos parece que para lo fuerte que ha sido el golpe, el dolor es soportable.
Dolor. Después de los primeros instantes de estupor, llega el verdadero golpe. No todo el mundo lo vive con lágrimas, cada persona manifiesta el dolor de forma diferente:
Es posible que nos encontremos irritables, que alternemos fases de tranquilidad con otras de depresión. Puede que tengamos grandes despistes o que nos invadan sentimientos de culpa.
En las personas que niegan el dolor, que intentan no pasar por esta etapa del duelo, es frecuente encontrar síntomas somáticos como resfriados recurrentes, eccemas, trastornos digestivos, etc.
Aceptación. La herida cicatriza. El recuerdo del bebé que ya no nacerá siempre va a estar ahí, pero ya no será una pesada losa sino una compañía para la vida. Cuando asumimos que jamás seremos los mismos, que ese bebé existió y nos cambió para siempre, el duelo habrá finalizado.
Cuando hay hermanos
Cuando el aborto lo sufre una pareja que ya tiene hijos, al dolor propio de la situación se suma la inquietud de saber explicarles lo sucedido de manera adecuada:

Es muy importante no mentir a los niños ni contarles más de lo que, por su edad, van a ser capaces de entender.
Es importante que les expliquemos nuestros sentimientos con toda franqueza: «Me siento triste». «Necesito llorar». De nada sirve disimular. Ellos notan que no estamos bien y ver que tapamos esos sentimientos puede ser más abrumador que vernos vivirlos con sinceridad.
Si son muy pequeños se les puede contar lo sucedido por medio de un cuento escrito especialmente para él o ella, en el que el bebé sale de la barriguita de mamá y se va como un pececito nadando al mar.
Cuando los niños ya comprenden lo que es un embarazo y cómo se produce, no tiene sentido perderse en metáforas. Lo mejor es explicarles que a veces hay embarazos que no pueden seguir adelante, que eso es lo que nos ha sucedido y por eso estamos tristes.
En el caso de que haya más de un hijo, si las edades son dispares será conveniente explicarles lo que ha pasado a cada uno por separado, aclarándoles a los mayores que a los pequeños no les contaremos todo de forma tan realista como a ellos porque no lo podrían entender.
¿Cómo ayudar?

Cuando una pareja sufre un aborto, más importante que saber qué decirles es saber qué no decirles:

Debemos evitar frases del tipo «se os pasará con el tiempo» o «podéis tener más hijos». Puede que con el tiempo el dolor se atenúe, pero ellos no lo van a olvidar, no es algo que pasará sino algo con lo que aprenderán a vivir.
Si no sabemos qué decir, es mucho mejor optar por el silencio que por este tipo de frases hechas. No hay ningún problema en reconocerlo. Un simple «aquí estoy para lo que necesitéis» o «siento mucho vuestra pérdida» es más que suficiente.
Lo mejor es preguntarles qué necesitan, a veces más que palabras precisan que alguien les eche una mano con lo accesorio para centrarse en sus sentimientos. Algunas ideas:

Ofrecerse para ayudar a recoger las cosas del bebé, cuando el aborto ha sido en fases avanzadas.
Si la pareja tiene más hijos, llevarles una tarde al parque o de excursión. Un poco de tiempo a solas les vendrá muy bien.
Hacerles la compra, llevarles una pizza o un guiso, cualquier detalle que les quite trabajo.
Avisar de lo sucedido a todos los conocidos de la pareja que podamos, para evitarles situaciones embarazosas.